viernes, 1 de marzo de 2013

Teoria Develada



Hoy pasaré a dar mi teoría  a cerca del motivo por el cual a las mujeres nos duele siempre (y tanto) la cabeza y sus zonas aledañas (cuello, hombros, espalda...).

En principio voy a pedir que cada una de nosotras nos observemos en el día a día y vamos a encontrarnos que es muy raro el momento en el que no estamos ocupándonos de dos o tres cosas al mismo tiempo: si estamos con amigas controlamos a distancia las ocupaciones de los chicos, o seguimos atendiendo llamados de trabajo, o le pasamos a nuestras parejas la lista de las compras o el lugar secreto donde guardamos las camisas...

Si estamos ocupándonos de nuestros hijos, ya sea porque nos toca un momento de placer con los mismos o porque hay que trasladarlos de una a otra de sus actividades diarias vamos haciendo listas de cosas pendientes y por supuesto algún llamado de trabajo nos entra o nuestra pareja nos llama desolada porque llegó a la casa primero y no soporta estar sólo en su propio hogar... Osea, nuestra cabeza está SIEMPRE ocupada y NUNCA O CASI NUNCA de cosas agradables o relajantes. Si eso solo no te la parte en mil pedazos tenés un primer nivel completado para llegar a Mujer Maravilla.

Pero todo esto no nos basta, qué va...! Además cargamos a lo largo de nuestra vida, desde el primer momento que salimos de nuestras casas a la más tierna edad para ir al Jardín de Infantes hermosas y pesadas carteras que deberían ser valijas pues el kit básico de enseres necesarios a ser cargados sobrepasa la fuerza de más de un Titán que nos sobrepasa en tamaño y fuerza. Que estoy exagerando? Acá va la lista:

De niñas: Pañuelos de papel, rollito de papel higiénico, algún humectante de labios porque a más de una se nos parten ante el primer cambio de temperatura, botellita de agua, algún tentempié sano para no comer basura por la calle y ahora, con las nuevas bacterias y paranoias: botellita de alcohol en gel...

De adolescentes y jóvenes: A todo lo nombrado se le suma un “necesere” con protectores diarios, tampones, maquillaje básico y toallitas demaquillantes, y para las más andariegas y precavidas una muda de ropa interior por si dormimos fuera de casa. Al ser autónomas también cargamos con billetera con plata, documentos, tarjetas varias, el celular (que según lo smart que sea varía su peso o le agrega el peso de una tablet y/o un ipod o equipo de música portátil para que la música nos acompañe y nos relaje el día) y las llaves que pueden ser un manojo inentendible y pesado que siempre se pierde al fondo del bolso. Para las que estudian agreguen los libros y apuntes y para las que no nos resignamos a los tiempos muertos de los viajes agreguen algún libro que nos acompañe.

Para las madres: Quizá los libros desaparezcan de nuestras carteras pero agregamos pañales, toallitas limpiadoras,  toallitas quitamanchas (tan prácticas para deshacer los “vuelcos” de niños pequeños y medianos!), nuestra muda de ropa es reemplazada por la muda de ropa para nuestro/s vástago/s, mamadera, vasito o cartón de jugo a medida que crecen y galletitas o similares porque siempre tienen hambre en la calle... Las más permisivas solemos llevar hasta juguetes en la cartera por si los niños se aburren en alguna espera o viaje que tengan que hacer junto a mamá.

Las maduritas: los chicos ya no nos acompañan pero las que son abuelas muchas veces cargan con golosinas para cuando se los encuentran, las desmemoriadas y fanáticas vuelven a cargar una agenda con millones de datos que no siempre necesitan pero “por las dudas” y siempre, siempre llevan un saquito con ellas pues los cambios de clima de los tiempos que corren se les hacen menos llevaderos que cuando eran más jóvenes. Si miramos las carteras de nuestras madres nos damos cuenta que son muy pocas las cosas que han dejado de meterle en comparación a las que han agregado. Con los años nos podemos poner “mañosas” y cada salida a la calle que dure más de una hora puede necesitar de una cuasi mudanza...

Señoras y Señoritas, queridas amigas, las invito a pesar sus carteras en cualquier farmacia amiga y verán las verdades de mis razonamientos y una vez hecho no dejemos de lado que muchas veces “en el camino y para ir ahorrando tiempo” nos vamos cargando de distintas bolsas de compras que hacemos para llegar a casa con “las compras hechas” no tener que hacer un recorrido especial para hacerlas más tarde. La que está libre de este peso que tire la primera piedra, las invito a revisar sus bolsos y carteras y tratar de refutar mi teoría. Aceptemos con orgullo o resignación que los traumátologos y actividades afines se han desarrollado a partir de nuestra modernidad, nuestra “liberación” y nuestra “igualdad de derechos” con los hombres, que no entiendo cómo hacen, pero con sus bolsillos se arreglan para llevar lo necesario para  enfrentar la vida.

Vaca Sagrada